Ana es, sencillamente, maravillosa. Es una joven alegre, divertida y muy risueña. Es de esas personas que desde el primer instante crean un magnífico ambiente, distendido y jovial. Con solo mirarla, enciende tu espíritu. Tuvo gestos conmigo que hicieron sentirme relajada y eso que era una entrevista de trabajo. Me imaginaba esa misma relación, pero en un ambiente amoroso y sensual. Con aquella blusa de escote pronunciado, pero elegante, Ana dejaba ver su busto, generoso, firme y natural. Sus pezones se le marcaban tras la fina tela chifón y una no sabía dónde mirar. Porque tiene, además, un rostro bellísimo, con grandes ojos marrones muy expresivos y penetrantes, producto de esa rara mezcla de inocencia y morbosidad.